por Sergio Montañez.
La ciencia moderna es el mejor instrumento que tenemos para conocer la realidad. Sin embargo, a pesar de que no existe ningún trabajo serio que haya sido capaz de rebatir esta afirmación, todavía un porcentaje de población alarmante (no por mayoritario, pero sí por ser nada despreciable) desconoce este hecho. Este es el motivo por el que tantos timadores y charlatanes de todo tipo consiguen hacer negocio con productos y terapias que ellos llaman "alternativas". Supongo que han elegido la palabra "alternativa" porque la alternativa a las medidas que funcionan son precisamente las que no funcionan.
Afortunadamente en España tenemos todo un ejército de excelentes divulgadores científicos que lleva bastante tiempo trabajando incansablemente para desprestigiar todas las prácticas pseudocientíficas, y, si Bilbao no vuela por los aires este fin de semana, parece que esta loable empresa seguirá adelante.
Sin embargo ¿se ha conseguido desprestigiar todas las prácticas pseudocientíficas? ¡No! Una aldea repleta de irreductibles ideas pseudocientíficas resiste todavía. No se trata de las "magufadas" de las que estamos acostumbrados a hablar. Quizás un nombre más adecuado para ellas es el de "cientufadas" o "cienzufadas". El segundo término se usa más, pero es posible que sea más adecuado el primero ya que "ciencia" viene del latín "scientĭa".