“Hemos de considerar el estado actual del universo como el efecto de su estado anterior y como la causa del que ha de seguirle. Una inteligencia que un momento determinado conociera todas las fuerzas que animan la naturaleza, así como la situación respectiva de los seres que la componen, si además fuera lo suficientemente amplia como para someter a análisis tales datos, podría abarcar en una sola fórmula los movimientos de los cuerpos más grandes del universo y los del átomo más ligero; nada le resultaría incierto y tanto el futuro como el pasado estarían presentes ante sus ojos.” [Laplace1814]
Este conocido texto es, hasta lo que sabemos, la primera articulación publicada de determinismo científico, aunque la idea general que subyace es mucho más antigua. Desde los filósofos atomistas de la antigua Grecia ya estaba implícito un postulado, el Principio de Objetividad de la Naturaleza, que acabó siendo uno de los pilares de la ciencia moderna. Este principio consiste en la negación sistemática de que pueda obtenerse verdadero conocimiento sobre la naturaleza si interpretamos los fenómenos en términos de causas finales, propósitos u objetivos a alcanzar [Monod1970]. Las manzanas no caen de los árboles para llegar a su posición natural, que es abajo, sino porque la Tierra ejerce una fuerza sobre ellas hacia abajo. Aunque no tenemos una demostración rigurosa de Principio de Objetividad de la Naturaleza, la exitosa historia de la ciencia nos dice que aceptar este postulado es una condición necesaria para poder ampliar nuestro conocimiento sobre la naturaleza.
Pero Laplace dio un paso más. Inspirado por las leyes de la física newtoniana, afirmó que el estado actual del universo no sólo es consecuencia de un estado anterior, sino que, además, está completamente determinado por éste. Si las leyes de la física que gobiernan el comportamiento del universo son como las de Newton, todo lo que está ocurriendo en estos momentos estaba ya escrito, incluso aunque no exista en la práctica esa hipotética "inteligencia" a la que se refiere Laplace que pueda leer ese "guión". Por cierto, a esa inteligencia se la conoce hoy en día como el "demonio de Laplace", aunque Laplace nunca usó el término "demonio" para referirse a ella.
Por otro lado, en nuestra vida diaria todos creemos en el libre albedrío. Asumimos que muchas de las cosas que hemos hecho son fruto de una decisión voluntaria y que, aunque hemos actuado con limitaciones, hemos tenido la libertad de poder elegir entre más de una opción. A veces nos arrepentimos de lo que hemos hecho, otras nos sentimos orgullosos y, cuando miramos hacia el futuro, siempre damos por hecho que podremos tener al menos algún control sobre lo que vamos a hacer respetando una serie de ligaduras que pueden ser más o menos fuertes. Pero, si el futuro está escrito, ¿qué control podemos tener sobre nuestras acciones futuras? Muchos dan por sentado que el determinismo es incompatible con el libre albedrío. Incluso también muchas veces se da por sentado que cualquier teoría física que, sea o no determinista, satisfaga el Principio de Objetividad de la Naturaleza, es incompatible con el libre albedrío. Después de todo, yo no estoy pulsando el teclado para escribir un artículo, sino porque se dan una serie de fenómenos en los que se ven involucradas una cantidad ingente de partículas elementales que causan que mis dedos pulsen el teclado.
Hace mucho tiempo que las leyes de Newton quedaron obsoletas, pero no así el Principio de Objetividad de la Naturaleza, que está en la raíz de la ciencia misma. En este artículo vamos a estudiar si las leyes de la física actuales son o no incompatibles con el libre albedrío. El motivo por el cuál he decidido escribir un artículo sobre este asunto es porque en la mayoría de blogs de divulgación científica ese tema se analiza sin que el autor haya hecho un estudio medianamente profundo, mientras que en la mayoría de los de filosofía se llega a conclusiones erróneas porque los autores han entendido mal las leyes de la física.
Probablemente el libre albedrío sea sólo una ilusión. Usted se piensa que es libre de dejar de leer este artículo cuando quiera, aunque la realidad es que no va a poder dejar de leerlo hasta que llegue al final y obtenga una visión clara sobre si las leyes de la física nos permiten o no ser libres.
Probablemente el libre albedrío sea sólo una ilusión. Usted se piensa que es libre de dejar de leer este artículo cuando quiera, aunque la realidad es que no va a poder dejar de leerlo hasta que llegue al final y obtenga una visión clara sobre si las leyes de la física nos permiten o no ser libres.