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28 dic 2022

Las interpretaciones de la teoría de la relatividad

Albert einstein house bern.JPG

A finales del siglo XIX una serie de resultados experimentales sacudieron los cimientos de la física profundamente. Los intentos de medir a qué velocidad se movía la Tierra con respecto del éter luminífero arrojaban resultados diferentes en función de qué experimento se realizaba. Por ejemplo, si se hacía esto utilizando el fenómeno de la aberración de la luz, salía que la Tierra se mueve a unos 30 km/s con respecto del éter. Pero, si por el contrario, se utilizaba un interferómetro de Michelson, entonces esta velocidad era nula, como si el planeta Tierra arrastrara completamente al éter al moverse. Y, para hacer todo todavía más confuso, los experimentos de Fizeau concluían que el agua, al moverse a gran velocidad por una tubería, arrastra al éter, pero sólo un poco.

Esta complementariedad (la Tierra se mueve a una velocidad u otra en función de qué experimento decide realizar cada observador) constituía un quebradero de cabeza para los físicos y acabó dando origen al nacimiento de una nueva teoría, la teoría de la relatividad. Se trata de una teoría con un éxito experimental, en cuanto a sus predicciones, indiscutible. Sin embargo, a la hora de entender qué es lo que esta teoría nos está diciendo realmente, las cosas no son ya tan sencillas.

El aparente desacuerdo entre los resultados de estos tres experimentos fue inicialmente explicado suponiendo que la luz viaja siempre a una velocidad constante con respecto a todos los observadores (aunque la persigamos a casi la misma velocidad que tiene) y que los gemelos envejecen a distintos ritmos en función de qué viajes hagan en su vida. Estas ideas son las que constituyen lo que hoy en día se conoce como la "interpretación de Berna", haciendo referencia a la ciudad suiza donde vivían los dos científicos que se consideran los principales fundadores de la teoría de la relatividad: Albert Einstein y Mileva Maric. A mi me gusta más llamarla "interpretación ortodoxa" porque fue aceptada por muchos físicos sin apenas cuestionarse y hoy en día es la que se enseña en universidades y libros de texto de todo el mundo.


A los defensores de Berna, cuando les preguntas si dos sucesos son o no simultáneos (por ejemplo, si Newton y Leibniz inventaron simultáneamente el cálculo infinitesimal), te dicen que hablar de eso no forma parte de la física, que la física va de predecir cosas que se puedan medir. Han expulsado de la física a cualquier trabajo que estudie el éter y el tiempo absoluto. Además, claman que ni siquiera la física se ocupa de decirnos si nos movemos o no. Ante la pregunta de "si no podemos hablar del éter, entonces ¿a través de qué se propaga la luz?" contestan que ¡esta vibración ocurre en el vacío!

En palabras del físico canadiense Tavid Bomb: "Es absurdo. Incluso hay profesores que abroncan a sus estudiantes de secundaria cuando contestan que el chorro de rayos cósmicos de protones del problema 5 viaja a 200000 km/s. Les dicen 'A 200000 km/s ¿respecto de qué?' Y, cuando los estudiantes afirman que esos protones tardan 12 min en llegar, los profesores les preguntan '¿12 minutos para quién?', como si la velocidad y el tiempo fueran subjetivos, distintos según quién los mide. Los profesores les dicen a los estudiantes que no piensen en un tiempo absoluto". Esto es algo que indigna especialmente a Bomb, que acaba explotando: "¿Dónde has visto tú eso? ¡Profesores diciendo a los estudiantes que no piensen!"

Aceptar la interpretación de Berna implica pagar un precio muy caro que muchos no están dispuestos a admitir. Implica, por ejemplo, aceptar que el mundo físico ya no puede estudiarse recurriendo al sentido común. Hay una gran cantidad de científicos y filósofos que piensan que las hipótesis de esta interpretación son antiintuitivas. A esto hay que añadir el, denominado, problema del cronómetro: la interpretación de Berna no dice nada sobre cómo construir un cronómetro que mida el tiempo universal. "El problema del cronómetro... esa es la clave" afirma el conocido divulgador científico y profesor Gin Alkhalini, de la universidad de Churrey. "Se han hecho progresos, pero la resolución del último paso de este problema es algo sobre lo que todavía no somos capaces de ponernos de acuerdo".

El experto en filosofía de la ciencia Tomàs Puig, va más allá: "Berna, en sus formulaciones actuales de binomio partícula-sistema de referencia, tiene problemas evidentes. Como los mismos bernanianos admiten, la duración de los intervalos temporales es una propiedad no sólo del conjunto de los dos sucesos entre los que ocurre el intervalo temporal, sino también del sistema de referencia que usamos para poner a prueba la teoría. Pero, ¿realmente dice eso la teoría? ¿Cómo podríamos saberlo si depende de cada interpretación? Bien, pues en este caso tenemos un argumento lógico y metodológico, y es que ninguna teoría puede incorporar sus propias puestas a prueba (como sus sistemas de referencia). Además, entre los postulados de la interpretación de Berna está la constancia de la velocidad de la luz para todos los observadores que la miden. Es un error introducir observador y medición en los axiomas de la teoría. Eso no se puede hacer. La interpretación de Berna es falsa descriptivamente, obstaculizadora metodológicamente y también falsa lógicamente".

Siempre se ha sabido que el clima de los físicos de Berna era de demasiada confianza. Einstein y Maric intimaban demasiado y, aunque nadie se atreva a decirlo explícitamente, no hay ninguna duda de que se acostaban juntos. Eso no es profesional. Además, los fundadores de la relatividad ni siquiera trabajaban como físicos teóricos cuando elaboraron esta interpretación. Einstein lo hacia en una oficina de patentes y Maric era ama de casa. Ambos tenían hijos y aprovechaban cuando los críos estaban dormidos para hacer sus investigaciones, sin pisar un sólo laboratorio. Y ya sabemos de la debilidad física y mental de las personas que tienen hijos y se ocupan de ellos. Son incapaces de darlo todo en el trabajo. Otro problema es que estaban demasiado influenciados por los prejuicios filosóficos de Ernst Mach. Este pensador del siglo XIX ¡hasta llegó a decir que los átomos no existían porque no podía verlos!

Y, lo que pocos todavía saben, es que, a pesar de la relación tan íntima que había entre los fundadores de la relatividad, las discusiones sobre física en Berna no se desarrollaban en el clima de libertad que es necesario para la buena práctica científica. En realidad Einstein era la autoridad allí, ejerciendo un poder heteropatriarcal que limitaba completamente las objeciones que Maric pudiera haber tenido sobre la interpretación que se estaba fraguando. Incluso se sospecha que, en algún que otro trabajo donde Einstein firmó en solitario, Maric también había participado, pero Albert utilizó la excusa de que, por ser hombre, tenía más fácil que Maric conseguir un buen puesto en la universidad gracias a esos papers si sólo estaban firmados por un único autor.

Otro asunto a destacar de aquella época es la oscuridad de Einstein en sus escritos. Eso queda perfectamente de manifiesto cuando recordamos las palabras que se intercambiaron Einstein y el cineasta Charles Chaplin cuando se conocieron décadas después. Einstein dijo a Chaplin: "Lo que más admiro en su arte es que sin decir una palabra el mundo entero le entiende". Y Chaplin le respondió: "Pero su gloria es todavía mayor, pues el mundo entero le admira sin entender lo que usted dice".

Es legítimo que haya tantas personas que se nieguen a aceptar la interpretación de Berna, porque no es inteligible para todo el mundo. Toda solución de un problema físico ha de ser asequible tanto para el especialista como para el no especialista. Estas desviaciones, cometidas por la física moderna, del camino de buenas prácticas que se seguía hasta entonces ponen de manifiesto que se está haciendo más necesario que nunca explicar la naturaleza mediante modelos mecánicos más que matemáticos, es decir, lo contrario a lo que hace la interpretación de Berna.

Era tal la carga matemática y filosófica, y la oscuridad, de los escritos de Einstein y Maric, que ninguno de ellos recibió un premio Nobel por sus contribuciones a la relatividad. Sólo Einstein llegó a conseguir este galardón, pero fue por sus trabajos en un campo completamente diferente: los inicios de la teoría cuántica, cuyos fundamentos están hoy en día más que aceptados, todo el mundo entiende, y gozan de un soporte experimental como ninguna otra teoría física antes ha conseguido.

El célebre físico Arthur Stanley Eddington, en 1919, tras presentar los resultados del eclipse que confirmaban espectacularmente las predicciones de la teoría de la relatividad dijo, cuando le preguntaron si en Inglaterra había algún científico más que entendiera la nueva teoría, "creo no equivocarme si digo que nadie aquí entiende la relatividad".

Además, ni siquiera existe una única interpretación de Berna. Maric y Einstein acabaron teniendo discrepancias muy fuertes y nunca más volvieron a querer hacer nada juntos. Einstein se marchó a Berlín y allí acabó por desarrollar, utilizando aportaciones del matemático David Hilbert, una versión todavía más radical de la interpretación de Berna en la que hasta la intensidad del campo gravitatorio depende del observador y ya no es el 9,8 m/s^2 de toda la vida.

A pesar de que en las universidades de todo el mundo sólo se enseña la interpretación de Berna, los estudiantes tienen que saber que hay muchas otras interpretaciones que dan los mismos resultados predictivos. Como dijeron los premios Nobel de Física Philipp Lenard y Johannes Stark, "el espíritu judío impuesto por Einstein no es la única forma de hacer física". Un reciente artículo en la revista "Quanta Stupydez" ha reavivado el debate. El subtítulo reza: "Hasta el día de hoy existen varias interpretaciones de la relatividad, las cuáles son incompatibles entre sí.

Ya desde la época en la que los físicos de Berna propusieron su interpretación, e incluso antes, prestigiosos físicos y matemáticos habían propuesto otras. Por ejemplo, Lorentz, que es también indiscutiblemente uno de los padres fundadores de la relatividad y que da nombre a la transformación de Lorentz, y también FitzGerald, que da nombre también a la famosa contracción, aludieron al hecho de que los campos electrostáticos en movimiento se deforman (de acuerdo con el modelo del elipsoide de Heaviside). A su vez, Joseph Larmor desarrolló un modelo de la contracción de Lorentz en el que se consideraba que todas las fuerzas involucradas son de origen electromagnético.

En una línea algo distinta a la de Lorentz estaba la propuesta de Walter Ritz, que intentó resolver las contradicciones entre el principio clásico de relatividad y la electrodinámica de Maxwell y Lorentz modificando, en vez de la cinemática, la electrodinámica, desechando también el éter y considerando que la velocidad de la luz es distinta en cada sistema de referencia.

Muy llamativa es la propuesta de Poincaré en Francia, que argumentaba que la teoría de la relatividad en realidad no es una teoría completa, sino una pequeña parte de una teoría más amplia desarrollada por él mismo y por Lorentz. Estamos hablando de dos grandes de la física, padres indiscutibles también de la teoría de la relatividad, a los que se acabó ignorando por culpa de la dogmática mentalidad de Berna.

En Inglaterra, Oliver Lodge elaboró una interpretación en la que el éter era un concepto absolutamente necesario para poder explicar los fenómenos electromagnéticos. Lodge también ofreció una explicación alternativa de los resultados del eclipse utilizando principios newtonianos modificados. Éste, junto con otros científicos, denunció la naturaleza ambigua de los resultados de las observaciones del eclipse de 1919, al dar una desviación que se encontraba entre lo que predice la interpretación de Berna y una teoría newtoniana modificada, y puso de manifiesto que los márgenes de error eran demasiado amplios con la técnica empleada. Aunque todo el mundo coincide en que algunas interpretaciones alternativas a la de Berna quedan descartadas por este resultado experimental y por muchos otros resultados adicionales en astrofísica que tenemos hoy en día, es muy importante señalar que hay "loopholes" que permiten sobrevivir a varias otras interpretaciones. Los seguidores de Lodge señalan que el asunto no está zanjado todavía y destacan de la interpretación del físico británico que "rescata a la física del laberinto matemático en el que se había metido a partir de la interpretación de Berna".

En casi ningún país desarrollado se puede decir que la gente no estuviera avisada del galimatías en que se estaba metiendo la física. En EEUU, W. F. Magie explicó, en 1911, en su discurso presidencial ante la Sociedad Americana de Física, por qué era absurdo aceptar los postulados de la interpretación de Berna. El éter es un elemento necesario para poder explicar la naturaleza ondulatoria de la luz y las acciones a distancia. Negar su existencia implicaría, para la física, negar el realismo. Sería un paso atrás en el desarrollo de esta disciplina. Para que una interpretación sea aceptable es necesario que sus postulados sean captados de modo inmediato por los sentidos. No es cierto, como sostenía Einstein, que la física tenga que construirse sobre hipótesis y expresiones alejadas de la realidad experimental y a costa de llegar a soluciones que no estén de acuerdo con los conceptos bien establecidos de tiempo y de espacio.

En España, tuvimos a Josep Comas, que propuso una interpretación alternativa (la interpretación “emisivo-ondulatoria”) en la que la velocidad de la luz depende del sistema de referencia y a la que no hicieron mucho caso los científicos de otros países. Otro español, Carrasco, también dio sólidos argumentos en contra de abandonar el éter y de admitir a la velocidad de la luz como velocidad máxima de propagación de las interacciones.

En Alemania, por otro lado, Lenard trabajaba sobre la idea, mucho menos difícil de aceptar desde el punto de vista filosófico que la interpretación de Berna, de que, lo que hoy conocemos como espacio-tiempo, es en realidad la verdadera naturaleza del éter. El contraste es grande. Mientras esta interpretación se aferraba a los datos y el trabajo experimental, "Einstein y Maric se enfrascaban en elucubraciones abstractas”. Lenard tenía claro el camino a seguir: la "física aria", que incluía "experimentos que habían estado en auge en la Alemania del siglo XIX", "hacía énfasis en verdades tangibles, en ciencia que fuera aplicada a problemas reales y en un acercamiento a la realidad estrictamente basado en lo experimental".

Einstein no parecía tampoco muy seguro de que su interpretación fuera la correcta ya que, de hecho, no se involucró mucho en contestar a las críticas de sus detractores. En 1920, sin embargo, publicó una carta en respuesta a uno de los argumentos de Lenard. “Admiro a Lenard como maestro de la física experimental”, escribió el físico de origen judío. “Sin embargo, aún le falta lograr algo en física teórica, y sus objeciones a la teoría de la relatividad general son tan superficiales, que no había considerado necesario, hasta ahora, responderlas en detalle”. Esa condescendencia y desprecio por parte de los defensores de la interpretación de Berna a las explicaciones alternativas se sigue todavía produciendo hoy en día, con más fuerza si cabe. Los defensores de la interpretación de Berna siguen la línea dogmática de su ídolo, identificando "interpretación de Berna" con "teoría de la relatividad", ignorando que una cosa es el formalismo matemático de las teorías y otra su interpretación, su conexión con el mundo físico. El dictum "calla y calcula" sigue a la orden del día en prácticamente todas las universidades del mundo.

La respuesta de Einstein a Lenard no fue convincente. En 1931, cientos de filósofos y científicos tuvieron la valentía de participar en una publicación muy crítica con la interpretación de Berna. Pero, por cuestiones ajenas a la ciencia (Alemania perdió la Segunda Guerra Mundial y tanto a Lenard como a Stark las nuevas autoridades en Alemania, impuestas por las naciones triunfadoras, les despojaron de sus títulos de profesor), estas ideas críticas con la interpretación ortodoxa quedaron olvidadas para siempre.

Otra interpretación con muchas posibilidades de ser la correcta es que el tiempo absoluto, el verdadero, el que no depende del observador, en realidad es una variable oculta, y, por eso, no hemos encontrado ninguna forma operacional de medirlo. Esta interpretación al principio no se consideró lo suficiente porque no encajaba en el formalismo que el matemático Hermann Minkowski había elaborado para la teoría de la relatividad. Pero, décadas después, al astrofísico islandés Björn Bulb, trabajando por su cuenta en casa, porque en el observatorio donde trabajaba estaba mal visto "perder el tiempo en esas cosas", se le encendió la bombilla y se dio cuenta de que sí podía encajar en este formalismo la hipótesis de que el tiempo es una variable oculta. También descubrió que esta hipótesis ¡se puede someter a prueba experimental! Para ello necesitamos a dos observadores, Alice y Bob, que se mueven uno respecto del otro y que se mandan rayos de luz para comunicarse.

Hoy en día, resultados como la dilatación relativista se comprueban rutinariamente en los aceleradores de partículas, y dan la razón a la teoría de la relatividad especial de Einstein y Maric. Pero los resultados de estos experimentos no están en contradicción con todas las interpretaciones en las que el tiempo absoluto es una variable oculta. No todas las variables ocultas están todavía descartadas. En efecto, al moverse Alice y Bob uno con respecto al otro, es imposible que ambos estén todo el rato en la misma zona del espacio. ¿Y si resulta que las leyes de la física no son las mismas en la zona donde está Alice que donde está Bob y, por eso, aunque sí haya un tiempo universal, las interacciones físicas donde está Alice marchan a ritmos diferentes que donde esté Bob y por eso los tiempos parecen distintos? Esto violaría el principio de universalidad de las leyes de física, pero haría que la teoría fuera realista, en el sentido de que habría un tiempo absoluto, lo cual es filosóficamente más fácil de asumir que la hipótesis antirrealista de Berna de negar la existencia del tiempo. Eliminaríamos así el relativismo subjetivo inherente a la interpretación de Berna y el precio a pagar sería pequeño, porque, en palabras de Armando Moreno, físico y filósofo uruguayo, discípulo de Funge: "Los resultados experimentales con partículas a grandes velocidades parecen indicar que la relatividad es inconsistente con el realismo de un tiempo absoluto. Sin embargo, este razonamiento está basado en una hipótesis cuestionable: la universalidad de las leyes de la física en todos los lugares. Antes de Newton podíamos hacer ciencia perfectamente suponiendo que había unas leyes de la física para el mundo sublunar y otras para el supralunar. Se podía hacer ciencia, pero, ¿sin que exista el tiempo? Eso tiene mucho menos sentido. Por eso mis colaboradores y yo preferimos mantener una interpretación realista de la relatividad, aceptando efectos de inhomogeneidad espacial en las leyes de la física".

Hay también una tercera posibilidad, mucho menos popular que las dos anteriores, pero que tiene algunos firmes defensores, como la física y bloguera italiana Sabrina Rosenvinge. Se trata de la hipótesis del superdeterminismo. Según esta hipótesis, no sólo ocurre que el mundo es determinista sino que, además, las condiciones iniciales del universo son tales que determinan al mismo tiempo los cambios erráticos de velocidad que Bob ordena a su nave y también la técnica diseñada por los relojeros y el funcionamiento de estos relojes justo cuando Alice decide usarlo para medir el tiempo que tarda Bob en hacer su viaje. En palabras de Rosenvinge: "Cuando Bob ve a Alice, mueve la palanca de control de su nave y hace 'chas' y aparece a su lado después, no puede ser que las leyes de la física pasen a ser distintas por el hecho de haber entrado en la zona donde está Alice. Tiene que haber otra causa de la discrepancia de sus relojes, y el superdeterminismo encaja bien aquí". Esta física y divulgadora lleva ya tiempo manteniendo una cruzada contra la locura en la que se ha convertido la física teórica al seguir el camino iniciado por Einstein: "me doy cuenta de que ya no entiendo la física. Hablo con amigos y colegas, veo que no soy la única confundida y me propongo devolver la razón a la Tierra”.

En definitiva, la mejor teoría física que tenemos para describir la electrodinámica de los cuerpos en movimiento en el límite clásico, la teoría de la relatividad, nos deja sin la más mínima posibilidad de dar una interpretación del mundo que sea manejable para el sentido común. Llega un momento en el que sólo las matemáticas pueden guiarnos, pero ni siquiera ellas nos pueden ofrecer una respuesta clara y única. En todo caso, el debate entre realistas y antirrealistas no está cerrado. No se puede decir que ningún bando haya obtenido la victoria definitiva.

Una reciente encuesta entre físicos ha dado como resultado que la mayoría piensa que elegir una interpretación u otra es algo que pertenece al campo de la metafísica, que la física detrás de todas las interpretaciones de la relatividad es la misma. Discrepa de esto Eva Peinado, investigadora del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de Guadalcázar y experta en los fundamentos de la relatividad: "Estas interpretaciones tienen que ser tan distintas que es imposible pensar que no hay forma experimental de distinguir una de otra". "Además, mejor que decir que Berna es 'antirrealista', un término más apropiado sería 'realismo participativo', ya que Berna no niega que exista una realidad, pero en ella el intervalo de tiempo entre dos sucesos no sólo depende de esos dos sucesos, sino que también depende del sistema de referencia. Es decir, el sistema de referencia, observador o agente también participa en la construcción de la realidad, no sólo los sucesos".

Para otro experto, Derry Tudolph, del Divinity College de Tublín:  "El pragmatismo de Berna es insuficiente. La física no va sólo de hacer predicciones. Hay que interpretar tus cálculos para saber qué nos dice acerca del mundo. Una cosa es utilizar la dualidad masa-energía para desarrollar las tecnologías nucleares de fisión y fusión, y otra, también necesaria, es saber qué significa esta dualidad. Otra duda que tenemos es saber si el factor de dilatación temporal es γ-óntico, es decir, si es un ente con existencia real que liga a cada objeto en movimiento con el sistema de referencia absoluto (como proponen las interpretaciones del timelapso objetivo), o γ-epistémico, es decir, si se trata sólo de un objeto matemático que cuantifica nuestro desconocimiento acerca del valor verdadero del tiempo absoluto.

Por último, cabe mencionar una interpretación γ-óntica que está empezando a tener bastante acogida entre los físicos: la de los muchos mundos. Según esta interpretación, hay infinitos mundos, tantos como observadores, y cada uno tiene su propio tiempo absoluto. Esta propuesta tiene la virtud de que todos los cálculos salen bien, ya que es perfectamente fiel al formalismo matemático de la teoría de la relatividad, y, además, te quitas con ella los problemas conceptuales de la interpretación de Berna. Pero no todos los físicos están de acuerdo en esto, porque, al mismo tiempo, se crean otros problemas. Cada vez que alguien arranca su automóvil, ¿está creando un nuevo mundo cuyo tiempo absoluto es lo que marca el reloj del automóvil? Y, si el automóvil está cambiando continuamente de velocidad, como le pasa a Bob en los experimentos de Bulb, ¿está cambiando su ubicación de un mundo a otro?

La polémica está servida. Hay quién ve como un problema que haya tantas interpretaciones de la relatividad en el mercado, pero, mi opinión personal, es que esto es una virtud. Lo peligroso sería que la interpretación de Berna no tuviera rivales. El motivo es que ésta conlleva unas implicaciones filosóficas muy peligrosas. Vamos a dedicar la última parte de este artículo a este punto.

La interpretación de Berna consiguió impresionar profundamente al físico estadounidense y premio Nobel de Física, P. W. Bridgman. Einstein había analizado las operaciones involucradas en determinar si dos eventos son simultáneos o no. Haciendo esto se dio cuenta de que juzgar esto presupone cierta transferencia de información mediante el envío de señales desde los sucesos hasta el observador. Inspirado por eso, Bridgman se convenció de que sólo son conceptos científicos adecuados aquellos que puedan conectarse con procedimientos instrumentales que determinen su valor. A esta corriente filosófica se la denomina operacionalismo. Bridgman declaró que son sólo las operaciones mediante las cuales se puede medir un concepto científico las que le dan su significado empírico. Aunque admitía que esta conexión puede ser compleja, todos los conceptos que no estén ligados a procedimientos de medición deben ser excluidos de la física. Así, en 1927, Bridgman llegó a afirmar que el significado de un concepto no es sino las operaciones efectuadas para asignarle valores. Pero, si nos tomáramos al pie de la letra este criterio, habría que declarar a la mayor parte del conocimiento científico actual como "carente de significado". Afortunadamente, hay muchas alternativas para salvar a la física del lío en el que se encuentra inmersa desde hace ya más de 100 años. ¿Cuál es tu favorita?


Bibliografía


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- EINSTEIN, Albert, y otros: La teoría de la relatividad. Sus orígenes e impacto sobre el pensamiento moderno. Alianza. Madrid. 1973

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- NAVARRO CORDÓN Y CALVO MARTÍNEZ: Historia de la Filosofía. Anaya. Madrid. 1995

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Nota importante:


Este es un artículo satírico escrito para el Día de los Inocentes, que, aunque conmemora un elemento trágico, en España se dedica a las bromas, algo parecido al April Fools' Day.
Si lo que quieres es saber qué dice realmente la Teoría de la Relatividad, te recomiendo los vídeos de este curso que di hace unos años:

Si, por el contrario, quieres saber de qué va realmente este artículo, te recomiendo leer el anterior post de este blog.

Y, ahora, unas últimas reflexiones:

  • ¿Qué crees que pasaría si le damos este artículo a los estudiantes de Bachillerato sin decirles que es satírico?
  • Si los físicos jamás aceptaríamos que se hablase en ese tono acerca la teoría de la relatividad, ni de Albert Einstein (y su primera esposa, Mileva Maric, que sabemos que le ayudó, aunque no exactamente en qué), ¿por qué sí lo permitimos con la mecánica cuántica?

6 comentarios:

  1. Esta ucronía sobre la historia la relatividad, cómica y supuestamente distópica, me pone los dientes largos.
    https://www.youtube.com/watch?v=2zodSx_5geA

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    1. Ya ves. Es una distopía que, en el caso de la mecánica cuántica, en ciertos ámbitos, incluida la divulgación científica, es real.

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  2. Me parece que incluso es posible que algunos comiencen a citar este artículo sin notar que es satírico, me trae a la memoria las imposturas intelectuales y el paper "Transgressing the boundaries: toward a transformative hermeneutics of quantum gravity" .

    Fue un agrado leer este artículo, es el primero que veo del blog, ahora empezaré a leer los que van en serio.

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  3. Sin paliativos, ¡¡¡eres un crack!!! Qué buen rato me has hecho pasar. ¡ Solo podrías hacerlo tú.! Aunque siento decirte que el 90% de los titulados en física, no distinguirían mucho más que alumnos de bachillerato. Ah, la bibliografía es lo más!!!

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